“Lo que no se mide no se puede mejorar”. La máxima atribuida a William Thomson, un físico, matemático e ingeniero británico del siglo XIX, y usada en el mundo de los negocios, quizá ha sido confirmada por un sinfín de organizaciones. B Lab, por ejemplo, la ha probado como cierta. Y tiene evidencia de ello.
Hace 17 años, en Estados Unidos, tres amigos decepcionados de los negocios crearon B Lab (con ‘b’ de beneficio), una organización sin fines de lucro que pretendía crear una nueva economía en la que las empresas no solo buscaran su éxito financiero, sino compartirlo para construir un mundo más justo, equitativo y sustentable. En ese entonces parecía una utopía, pero el movimiento ha ido ganando adeptos...
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En una interesante entrevista con el equipo de la Bolsa Institucional de Valores, Javier Herrero explora los detalles del trascendental acuerdo anunciado junto al Movimiento de Empresas B
La diversidad humana es un hecho innegable; la inclusión, en cambio, requiere de acciones continuas que involucren a todas las personas.
Las organizaciones deben evolucionar con el tiempo, transitando de empresas tradicionales a entidades de impacto o regenerativas.